PESCA,RELIGIÓN Y CURANDERISMO EN MORROPE

PESCA RITUALIDAD Y RELIGIOSIDAD

 El pueblo Muchik de Mórrope dedicado desde sus inicios a la pesca, por lo que realizaron una serie de rituales en honor a sus deidades marinas en la época colonial religiosidad popular, que en realidad es un resultado sincrético de expresiones culturales prehispánicas, subsistían hasta comienzos de siglos muchas danzas, algunas de las cuales han sido recogidas en la pictografía del Obispo de Trujillo Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda. 

Augusto León Barandiarán recoge una versión del origen de la “danza de los atarrayeros” , ubicándola en el año 1772, antes de las fiestas de carnavales, en que, narra la tradición, la imagen de San Pedro, en el templo de Mórrope, lanzó su atarraya al mayordomo Manuel Chapoñan, quien la habría ofendido por no haberla retocado adecuadamente, diciéndole al oído “el domingo jugamos carnavales”. 

Desde entonces, se sacaba en procesión a esta imagen los domingos de carnavales y se efectuaba la danza de los atarrayeros, consistente en que varios devotos de San Pedro se disfrazaban de pecadores, portando una red, con la cual pescaban hombres, a los cuales se enredaba y no ponían en libertad hasta que no dieran alguna limosna, sea en dinero, telas o víveres. Concluye la tradición indicando que la verdadera finalidad de San Pedro fue que antes habían sido pescadores de oficio. 



RITUALIDAD Y RELIGIOSA

 El cura Ruviños y Andrade nos informa en su relación, que el primer cura de Mórrope y Pacora, José Antonio de Araujo, que asumió su curato en vía de encomienda el 29 de junio de 1536, fue el que hizo las primeras capillas (llamadas curiosamente guatonas por los indios pacoranos). A los dos años de su mandato, pretendió arrasar los adoratorios prehispánicos (huacas) que seguían siendo objeto de culto. Por esto los pacoranos atentaron contra su vida, por lo que tuvo que huir, felizmente acompañado con las dos parcialidades más importantes de pacoranos, con quienes se trasladó a Mórrope, donde fijó su residencia. La noticia final que tenemos es que los indios que encabezaron el motín fueron mandados degollar por el cacique de Pacora José Caxusoli. 



CURANDERISMO RITUALIDAD ANCESTRAL 

El Curanderismo o medicina tradicional son arte de la herencia cultural ancestral del pueblo de muchik Mórrope, sin embargo se ha visto influenciado hoy en día por elementos religiosos de la cultura occidental. 

 El conflicto entre los brujos y curanderos y la iglesia católica fue permanente desde el inicio de la colonia, por la rivalidad entre ambas concepciones, ya que el brujo representaba la pervivencia de las tradiciones ideológicas prehispánicas. Así, en 1585, el cura Don Lucas Manuel Zenteno sacó un decreto de perpetuo destierro contra todos los indios serranos brujos para combatir este mal, lo cual no consiguió, llegando a capturar a uno de éstos y lo azotó, teniendo problemas con las autoridades españolas y con el pueblo, por lo que tuvo que huir de Mórrope, quedándose en Quito (Ruviños 1936: 303-4). 

Otro relato interesante, y que es paradigmático del sincretismo cultural, que hasta ahora se observa, de lo cristiano y lo pagano, especialmente en Mórrope. Entre 1656 y 1658 fue cura de Mórrope Jerónimo Valderas y Terán. En ocasión de dar la extremaunción a un moribundo, el sacristán se descuidó y le robaron tres ampollas de plata con los óleos (Ruviños1936: 313). Posteriormente el cura Valderas, con el mercedario José Godoy, Bernabé del Carpio y el maestro de capilla José Benítez, llegan a descubrir que el indio Manuel Suclupe esta utilizando para la brujería aquellos objetos robados juntando de esta manera, la fe católica con la creencia hechicera, para obtener un mejor resultado. Augusto León, en una de sus sabrosas tradiciones, reconstruye este episodio de Ruviños en “Los óleos robados y el Cristo que suda”, que: 

“...se supo, por ejemplo, que hacía cocimientos de hojas de cuncuno, fruto de zapote, miel de algarrobo, sebo de culebra, sangre de carnero y baba de cochino, a todo lo cual agregaba unas cuantas gotas del óleo santo, que le servía tanto como remedio para las enfermedades, cuanto de tópico para las mordeduras, heridas y quemaduras; pero tenía especial y decisiva influencia contra el mal de ojo, el daño, la brujería, los fantasmas y el miedo. Esta panacea había hecho de Manuel Suclupe un verdadero potentado entre sus paisanos, quienes, pensando que por haber unido el cristianismo con la hechicería, era omnipotente, lo respetaban y le temían, despreciando al sacerdocio y sus servicios”. 

“El cura Valderas y sus ayudantes detuvieron al impío, quien habiendo confesado su delito fue remitido al Tribunal de la Inquisición en Lima, donde se le ajustició” (León Barandiarán 1938: 217-8) 





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